sábado, 7 de febrero de 2009

¿El amor sólo reacción química?

¡Bueno gentecilla, blogueros científicos! ¡Qué aburrido está este blog hoy en los días que corren! Esperemos que no siga así en días venideros. Aunque creo que sí, porque con tanto examen...Estamos estresados. Pero hay que ponerle remedio a esto. ¡Venga va! De primeras lanzaré la siguiente pregunta:

¿Consideráis vosotros como posibles futuros científicos que el amor sólo es una reacción química o que hay algo más?

No, no respondaís aún. No, ahora tampoco. Voy a hablar sobre el enamoramiento químicamente:

¿Por qué nos enamoramos de una determinada persona y no de otra? Innumerables investigaciones psicológicas demuestran lo decisivo de los recuerdos infantiles -conscientes e inconscientes-. La llamada teoría de la correspondencia puede resumirse en la frase: "cada cual busca la pareja que cree merecer".
Parece ser que antes de que una persona se fije en otra ya ha construido un mapa mental, un molde completo de circuitos cerebrales que determinan lo que le hará enamorarse de una persona y no de otra. El sexólogo John Money considera que los niños desarrollan esos mapas entre los 5 y 8 años de edad como resultado de asociaciones con miembros de su familia, con amigos, con experiencias y hechos fortuitos. Así pues antes de que el verdadero amor llame a nuestra puerta el sujeto ya ha elaborado los rasgos esenciales de la persona ideal a quien amar.
La química del amor es una expresión acertada. En la cascada de reacciones emocionales hay electricidad (descargas neuronales) y hay química (hormonas y otras sustancias que participan). Ellas son las que hacen que una pasión amorosa descontrole nuestra vida y ellas son las que explican buena parte de los signos del enamoramiento.
Cuando encontramos a la persona deseada se dispara la señal de alarma, nuestro organismo entra entonces en ebullición. A través del sistema nervioso el hipotálamo envía mensajes a las diferentes glándulas del cuerpo ordenando a las glándulas suprarrenales que aumenten inmediatamente la producción de adrenalina y noradrenalina (neurotransmisores que comunican entre sí a las células nerviosas).
Sus efectos se hacen notar al instante:
· El corazón late más deprisa (130 pulsaciones por minuto).
· La presión arterial sistólica (lo que conocemos como máxima) sube.
· Se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular.
· Se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea.

Bien, ahora como yo soy bastante peliculera, me apoyaré en dos películas para hacer mi reflexión sobre este tema:

Fragmento de mi película favorita: El club de los poetas muertos.

"No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (...). Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos".

City of angels o lo que es lo mismo ciudad de ángeles.
En determinado momento de la película médico (Meg Ryan) y ángel (Nicolas Cage) tienen una interesante conversación para con este tema. Ella le pide que mire al microscopio células de su sangre. Él lo hace y pregunta, ¿es todo lo que somos? Ella como médico responde que sí. Y a todo esto el ángel dice algo así como: si esto es todo lo que somos, células, cuando morimos no queda nada.

Reflexión. Independientemente de que creamos o no en un ser superior, si sólo fuéramos células, después de muertos no quedaría nada. Pero lo que sí sabemos con certeza que hace a las personas eternas, o por lo menos así lo tengo yo por sabido, es el amor que han podido sembrar de quiénes se rodeaban en vida. Y ahí reside su eternidad, porque a aquellos a quiénes les han dotado de amor, esa marca es tan profunda que en su recuerdo han de quedar para siempre.

2 comentarios:

Ilde dijo...

Algo más tendrá que quedar aparte de recuerdos químicos generados por el amor y que se perderán con la muerte o el alzheimer de los que nos rodean.
¿Qué queda entonces de nuestros tatarabuelos?

Ana Raquel Román Ramos dijo...

Claro es verdad, también los recuerdos son químicos. Qué difícil esto de los amoríos. Bueno pues de los tatarabuelos puede que queden fotos viejas en blanco y negro, (no, que va, es broma). Algo que supongo quedará y que no es químico de ellos es...Lo bueno que hayan hecho en vida. No he visto mucho Amar en tiempos revueltos, pero supongo que queda lo bueno, aquello en lo que han creído y por lo que han luchado y han conseguido cambiar o no. Pero el caso es que han defendido sus ideas químicas?. Eso da igual que lo recordemos, porque han conseguido cosas no químicas creo, y han sufrido para que posteriores generaciones estuvieran mejor. Vale ahora está la crisis económica, pero...Bueno haber un ejemplo en honor a mi otro yo teatrero: personaje feminista de Inés. La mujer ya es igual que el hombre en la constitución, y en cuanto al trabajo y ese tipo de cosas también somos bastante iguales. ¿Y quién se acuerda del nombre de la primera mujer que reclamó sus derechos? ¿O de todas las que sufrieron las consecuencias por reclamar igualdad? Es imposible recordar a todas ellas, quizás sea más fácil recordar a la primera mencionada, pero me debe faltar cultura. El caso es que no recordamos a todas ellas, pero sin embargo, hoy hay más igualdad en este sentido.